El juego de azar ha acompañado a los humanos desde el inicio de su historia. Juegos competitivos, juegos como forma pacífica y divertida de enfrentar a una persona con otra. Con los milenios, surgió un lugar donde los juegos de azar podían jugarse, todos juntos, y en un entorno seguro y protegido. 

¡Acompáñanos en este recorrido por la historia de los juegos de azar en busca del primer casino! 

El juego antes del primer casino 

La mayoría de mamíferos tenemos un hueso en el pie llamado astrágalo, o talus, o taba. Es el hueso que transmite el peso del cuerpo al pie, y en concreto el astrágalo de cordero empezaron a utilizarlo los sumerios y los asirios hace poco menos de 5000 años para divertirse.  

Sí: ellos fueron los primeros en jugar a las tabas. Pero no como juego infantil (que posiblemente también) sino como entretenimiento para adultos, en los que unos y otros apostaban lo que fuera a que iba a salir una cara u otra del hueso. Eran el sistema precursor de los dados. 

Tabas

Los primeros en crear dados, que sepamos por el registro arqueológico, fueron los egipcios. Pero sin duda serían los romanos los que más juego le sacarían a los dados, ya que era entretenimiento básico en los campamentos de legionarios, en las ciudades, en las cauponas, y en todas partes. ¡A menudo jugándose dinero! 

Muchos otros juegos irían surgiendo con los siglos. Los juegos de naipes cobrarían protagonismo al final de la Edad Media, primero por los turcos, y luego por italianos, españoles y otros europeos.  

Para el siglo XVI, en España ya se habría inventado en España uno de los juegos de cartas más amados en los casinos de hoy: el blackjack. Sólo que le llamaban “Veintiuna”, o eso se desprende de la novela Rinconete y Cortadillo, en la que Miguel de Cervantes describe el juego. 

Pero el juego de azar así, sin control, traía un montón de problemas. Y eso acabó propiciando la invención del primer casino. 

El primer casino de la historia

Tramposos. Maleantes. Proto-mafiosos. Irregularidades. Robos. Violencia. El juego de azar en el pasado exponía a los jugadores a multitud de peligros, fruto de su desarrollo sin ningún control, en tabernas o más a menudo en callejones. 

Ante esta situación, para el carnaval de 1638, las autoridades del Gran Consejo de Venecia, que gobernaban la ciudad-estado, decidieron proporcionar un local en el que se pudiera disfrutar del juego de azar sin riesgos, de forma controlada por el mismo consejo.  

El lugar elegido fue el Ridotto, una de las alas del palacio Dandolo de Venecia. Oficialmente, estaba abierto al público sin ninguna restricción. En la práctica, las altas apuestas y el código de vestimenta limitaban bastante el acceso a la aristocracia, o al menos a las capas más beneficiadas de la sociedad. 

Ridotto

Sería el primer casino del mundo de la historia de Occidente que podemos llamar con ese nombre. Y, aunque lo acabarían cerrando cerca de un siglo después, la idea acabó cuajando y expandiéndose por otras pastes del mundo. 

Del primer casino al primer saloon  

En Estados Unidos, el lugar público en el que poder jugar a las cartas, los dados o cualquier otro juego de azar de una forma medianamente (sólo medianamente) controlada era el salón, o Saloon. Allá se escuchaba música o se asistía a espectáculos, se bebía, se comía, y se apostaba. 

Saloon

El problema de los saloons era el de la propia sociedad del momento: la cosa podía acabar muy mal si alguien se enfadaba y desenfundaba el revólver. ¡El juego tenía sus peligros! 

Sin embargo, a principios del siglo XX, el juego de azar se prohibió en Estados Unidos. Pero claro: no duró mucho la cosa, porque a la gente le gusta el juego de azar, como hemos visto al principio de este post. Así que para poder redirigir toda esta demanda, en 1931, en el estado de Nevada legalizaron el juego.  

Y así empezó la fabulosa y luminosa era de Las Vegas. Donde, por cierto, a los locales de juego no se los llamaba saloon sino casino, un préstamo del italiano para definir una casita, tipo 2ª residencia o de vacaciones, aunque sea grande como una villa. Allá, en Las Vegas, se construyó el primer casino legal y oficial de EEUU. Y, ¿cuál fue el primer casino de Las Vegas? Pues los primeros fueron los llamados “El Rancho de Las Vegas” y “La Última Frontera”, seguidos por “El Flamingo” – el primer gran hotel con casino y el considerado como uno de los más emblemáticos. Eso sí, todos ellos con inversiones directamente procedentes del sindicato del crimen.  

Durante todo el siglo XX, por todo el globo surgieron miles de casinos, en cuanto los gobiernos correspondientes decidían regular y controlar lo que, de todos modos, iba a ocurrir, solo que con ninguna seguridad para el jugador. El primer casino de España se fundó en Castellón en 1814 y no como casino en sí sino como una asociación cuyo objetivo principal era la promoción de eventos y debates culturales. 

Y parecía que el invento se iba a quedar aquí… pero entonces llegó internet. 

El primer casino online 

En los albores de internet no estaba muy claro el auténtico alcance que tendría, pero en cuanto se vio que iba a ser muuucho más que enviar algunos mensajes a la otra punta del mundo, las cabezas más activas del momento se pusieron a pensar. Y, en lo tocante a juego de azar, Games Global fue la pionera.  

Esta fabulosa compañía, nacida en la Isla de Man, y aún hoy puntera en la producción de juegos de casino online dentro del conglomerado Games Global, que la adquirió en 2022, creó el primer software de juego de azar en 1994. Luego se asoció con la empresa de seguridad informática CryptoLogic, y en cuanto pudieron asegurar las transacciones electrónicas seguras, se puso en marcha el primer casino online.

Hoy, casi treinta años después, internet está poblada por una buena cantidad de casinos online, que han transformado los hábitos de juego de la población, y que permiten un mejor control de escenarios de juego seguro, lo cual siempre repercute en beneficio del jugador. 

¡Sobre todo en casinos responsables y transparentes como PlayUZU

Sara es la experta creadora de contenidos de PlayUZU. Periodista, andaluza, curiosa y transparente... ¡Tal y como le gusta a UZU!